lunes, 14 de febrero de 2011

EL ESCENARIO ESCOLAR EN LA NARRATIVA DE VARGAS LLOSA


Lic. Miguel Godos Curay
Universidad Nacional de Piura
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
XVIII Coloquio de Historia de Lima
476 Aniversario de Fundación Española de Lima
1535 - 2011
Homenaje a Mario Vargas Llosa,
Premio Nóbel de Literatura
Miércoles 9 y jueves 10 de febrero de 2010


PIURA

Piura, resuma historia. Raúl Porras la llama donosamente <>. Bien merece, por justicia, el privilegio de ser la primera fundación hispánica en el Perú. Aurelio Miro Quesada anota lo siguiente: “San Miguel de Piura tiene una tradición y un abolengo. Fundada por los conquistadores en los primeros días de su ingreso al Perú, su historia, que cubre cuatro siglos, está marcada por la gloria del lustre guerrero y de las artes. Concentrado el prestigio, en solo unos decenios, en la primera parte del siglo pasado, bajo su cielo claro y entre el calor intenso y sostenido de su clima, vio nacer a un pintor como Merino, y a Miguel Grau nuestro héroe más representativo y más señero, y cobijó la infancia de un poeta romántico como Carlos Augusto Salaverry (1830-1891).”

Piura, la primogénita de España en el Perú, guarda enormes y entrañables identidades. La historiadora Susana Aldana señala con puntualidad las siguientes: “Miguel Grau es el gran héroe de la guerra y el arquetipo nacional, cuya inmolación sentó las bases del ideal de marino en el Perú y opacó, por ejemplo, la destacada labor del también piurano Lizardo Montero. Pero hay muchas personas más que reflejan el ser piurano en el tiempo, en la región y la Nación. Desde Miguel Gerónimo Seminario y Jaime, prócer de la independencia piurana, pasando por el médico Cayetano Heredia, el político Luis Antonio Eguiguren, el indigenista Hildebrando Castro Pozo, el costumbrista Justino Ramírez, el luchador social Sinforoso Benitez, la poetisa Carlota Ramos de Santolaya, el literato Jorge Moscol Urbina y hasta el banquero Dionisio Romero entre tantos otros.”

El periodista e inolvidable profesor del Colegio San Miguel de Piura don Néstor Martos Garrido, refiere las andanzas y mudanzas de Piura en su artículo “La Ciudad Volante”. El primer asiento (1532) corresponde a un sitio sobre la margen derecha del Río Chira que Pizarro llamó San Miguel y que nadie puede precisar ahora. Unos le llaman Tangarará, Tangarara o Tangaralá. Posteriormente en 1534 los pobladores de San Miguel por orden de Almagro se trasladaron al poblado indígena de Piura, en la margen derecha del río del mismo nombre. En 1578 afectados por aires insalubres e infectos se trasladaron al puerto de Paita, llamado San Francisco de Buenaventura, hasta que la ciudad se instaló de manera definitiva en su actual asiento, el que se determinó poblar, por mandato del Virrey Fernando Torres de Portugal Conde del Villar el 15 de agosto de 1588, con el nombre de San Miguel de Villar de Piura.

PIURANOS EN LA HISTORIA
Piurano fue don Diego de Villegas y Quevedo Vélez de Saavedra (24.VIII.1696-29.X.1751). Villegas y Quevedo fue el primer peruano incorporado a la naciente Academia Española de la Lengua. En la corporación a la que se presentó el 10 de octubre de 1730 con una carta de presentación del sabio Pedro Peralta. Dada su inteligencia y vivo interés por participar en las deliberaciones se resolvió encargarle la décimo quinta letra del Diccionario. Para tan enjundiosa tarea revolvió libros y autores y a fuer de americano incorporó expresiones nuestras como macana, maguey, mamujar, manjar blanco, mate y mazamorra en el lexicón de autoridades.

Piurano el pintor Ignacio Merino Muñoz (30.I.1817-17.II.1876) y don Miguel Grau Seminario (27.VII.1834-08.X.1879). Entre las mujeres destaca por su coraje y valentía la encomendera de Colán Paula Piraldo y Herrera de Andrade y Colmenero, viuda del General Juan Andrade y Colmenero Corregidor de Lucanas y de Andamarca, que se enfrentó en 1615 al pirata holandés Jorge Spilberg, contribuyendo a la defensa del puerto de Paita impidiendo que fuera saqueado. Don Luis Antonio de Oviedo y Herrera Conde de la Granja le dedica épicos versos en su Poema a Santa Rosa de Lima:

“Sigo al Pyrata de Payta, que me llama
Desde Colán su ilustre Encomendera
Doña Paula Piraldo, cuya Fama
Al puerto preservó de arder Hoguera,
En la ocasión y sus elogios clama
Con tal ponderación pluma extranjera.
Que el Perú defraudara de esta gloria,
Si la mía no honrara su Memoria.”

Mujer de coraje heredera de las señoras Capullanas que gobernaban los antiguos territorios tallanes y que según Fray Reginaldo de Lizarraga tenían efectivo poder. Dice el cronista: :“…las mujeres a quien los nuestros llaman capullanas, por el vestido que traen y traían a manera de capuces, con que se cubren desde la garganta a los pies, y el día de hoy casi en todos los llanos usan las indias este vestido; una se ciñen por la cintura, otras le traen en bandas. Estas capullanas, que eran las señoras en su infidelidad, se casaban como querían, porque en no contentándolas el marido, le desechaban y casábanse con otro. El día de la boda, el marido escogido se sentaba junto a la señora y se hacía gran fiesta de borrachera; el desechado se hallaba allí, pero arrinconado, sentado en el suelo, llorando su desventura sin que nadie le diese una sed de agua. Los novios con grande alegría cabiendo burla del pobre”.

LOS PIURANOS DE ADOPCION
Piura es causa de desgarradores sentimientos y entrañables emociones. Para el escritor chiclayano y piurano de adopción don Enrique López Albújar es un jalón profundo del alma. En Tacna, lejos de Piura al extremo sur del Perú escribió estos versos evocadores: “Anoche estuve en Piura,/ anoche, a media noche, por ventura,/ ansiosos de mirarle, reandarla, sentirla / y aspirar su terrígena fragancia/ para, como el gigante mitológico,/recuperar mis fuerzas y pisarla.” . Piura ejercita una gran fascinación en quienes se sumergen en su vida y en su historia. Este sentimiento no sólo aflora en López Albújar sino también en Vargas Llosa.

Carlos Robles Rázuri, en un artículo premonitorio, publicado en El Tiempo el viernes 29 de septiembre de 1976 intitulado “Piura en el corazón de Vargas Llosa” abordará esta humana impresión: “Con Vargas Llosa se repite lo que pasó a Salaverry y a López Albújar. Su genio los hizo hijos del gran mundo de las letras, pero ellos, por voluntad, libremente, se dijeron se sintieron piuranos. Salaverry -a decir de sus íntimos de los viejos piuranos- nunca pudo olvidar el vientre que lo tuvo ni la tierra que lo alumbró siempre reafirmó su origen; López Albújar, por accidente, nació en Lambayeque, pero desde niño, sintió y vivió a Piura en su pujanza de tierra y en la guapeza, desengaños y romances de sus gentes, y lo sintió tanto y tanto que al morir, en su testamento literario ordenó que se trajera su corazón para enterrarlo acá; Vargas Llosa nació allende nuestras fronteras, quiere por supuesto su solar nativo, pero su amor está en Piura, la Piura de Tacalá, de la Casa Verde, del Padre Santos García, del Auxiliar de Educación Gallardo, de sus más fieles y nobles amigos, de sus profesores, de sus mujeres que prendieron sus primeras ilusiones, de las auroras que encienden el firmamento de rosa y de los crepúsculos que prenden fuegos artificiales de colores únicos y, sobre todo, de sus hombres y mujeres que saben amar y saben odiar, que nunca se doblegan ante la adversidad y que tienen la hidalguía y la generosidad de un Grau para reconocer y valorar a las gentes y para tenderles la mano y darles su amistad sincera tanto en la hora del éxito como en la de la adversidad.”


LA GEA DE PIURA

Piura geográficamente es impresionante. Tierra luminosa de arenas calcinantes. Sus entrañas ocultan un desconocido pasado prehistórico y abundante riqueza mineral, petróleo y gas. En sus variados climas se mezclan la brisa fresca y el reverberante calor en las dunas extensas que cierran el paso al río Piura. Litoral de aguas templadas frente a Máncora y frías frente a Paita y Sechura donde las olas del mar esculpen con su vaivén el litoral y lo erizan como filudos cuchillos que penetran en el vientre del océano. Pero Piura es también sierra en Morropón, Ayabaca y Huancabamba. Entre el océano y la cordillera se extiende un piedemonte de 200 kilómetros regado por lluvias intermitentes durante los veranos fertilizando los valles, resecos, durante los otros meses del año. La sierra piurana es la más baja del Perú pues no alcanza los 4000 mil metros de altura. El desierto representa una franja de 300 kilómetros poblada por zarzas y algarrobos resecos en cuyas profundidades se guardan probadas reservas de crudo y gas.

“Dos ríos, el Chira y el Piura, desembocan en el océano formando los grandes valles costeños del departamento. Al norte, el río Chira transporta el agua de la cordillera, entre Loja y Ayabaca, que vierte en un estrecho y profundo lecho. Al sur, el río Piura recoge el agua del piedemonte andino, bordeando el despoblado, zona de ganadería con población dispersa, y el desierto de Sechura y se pierde en un amplio lecho”

EL TIEMPO Y LA PAZ DEL ARENAL
El tiempo transcurre en Piura marcado por el movimiento del sol. Los campesinos inician sus labores entradas las cuatro de la mañana con la fresca. Cuando aparecen los primeros rayos del sol la tarea está avanzada porque el calor hace insoportable la jornada. Entonces los campesinos se refrescan con limetas de chicha y viandas de yucas, plátano y carne seca. El piurano aprecia el pescado. En el fogón de los campesinos pobres menudean cachemas y caballas recubiertas de cebollas, ají y jugo de limón. Cachemas y caballas son ideales para el cebiche y las jaleas son parte de los piqueos. Los chabelos y secos de carne de cabrito. Son también bocado abundante y delicioso. En Piura no hay institución más democrática que el chicherío. Ahí convergen atraídos por el aroma de la cocina los que tienen y los que subsisten a la de Dios. Pese a que las grades familias de hacendados introdujeron y conservaron modos y costumbres europeos. Más de un hacendado sucumbió a las delicias de una buena cocinera. Cocineras y chicheríos son parte de la añeja tradición piurana. El piurano del mundo rural cuando concierta una cita no fija hora. Los matices de su puntualidad son “la mañana” o “la mañanita”, “la tarde” o “la tardecita”, “la noche” o “la nochecita”. En esencia son impuntuales.

Tras el terremoto del 24 de julio de 1912 los piuranos rehicieron su cronología. Antes o después del terremoto del año 12. Aunque el movimiento duró 40 segundos hizo movilizar a la población a plazas y calles. El Comercio de Lima, a dos días del suceso. Informó la siguiente: “Los daños materiales fueron totales, las pocas edificaciones que quedaron en pie, día a día aumentaban el riesgo de desplomarse. A consecuencia del terremoto. Las escuelas Fiscales. La escuela de Lourdes de las Hermanas de la Caridad y la Escuela Salesiana quedaron seriamente dañadas, mientras que el Colegio Nacional de San Miguel, debería levantarse nuevamente desde sus cimientos. Los terremotos de 1587,1619, 1814 y 1845 de los que se tenía noticia no tenían comparación con el ocurrido en 1912. ”

EL RIO PIURA ESCENARIO INFANTIL
Federico Helguero Seminario (26.VII.1884-31.V.1930) recuerda como eran los tradicionales juegos de la niñez piurana a inmediaciones del Río Piura allá por 1910. “Otra de nuestras diversiones favoritas, eran las “guerras” a pedrada limpia, entre dos bandos de mataperros, uno arriba, en el barranco, y otro en la playa el río. Recuerdo que cierta vez formé parte del que dirigía el Capi Vargas. En lo más reñido del combate, recibió una herida en la choquezuela que me hizo ver el firmamento; pero -¡0h,humana maldad-¡ mis dolores tuvieron lenitivo, cuando arrastrado por el Capi –pues íbamos en derrota- ví que uno de los contrarios. Don Anselmo, a quien una peladilla hiciera blanco en la barba, mezclaba sus lágrimas con la sangre que manaba de la herida.” La playa del Río Piura será, años después, el escenario de Los Jefes de Vargas Llosa.

El Río Piura es todo un personaje en el imaginario infantil piurano. En sus playas arenosas se producen esos combates que ponen a prueba la virilidad. Ahí también transcurren las tardes de fútbol de los peloteros de los barrios norte y sur. Cuando bajan las aguas de las crecientes los churres disfrutan de refrescantes baños. Algunos perecen ahogados y la búsqueda del cuerpo del infortunado es un rito en el que se emplea una lapa que gira velozmente en los remolinos. Sobre ella se coloca alguna prenda personal del ahogadito. En donde se detiene el mate flotante es el lugar exacto en el que se encuentra el cuerpo de la inocente víctima del Río Piura. “Río Piura veleidoso como tus chinas” escribe Miguel Correa Suárez compositor cataquense. “Río Loco” lo llama el geógrafo Gonzalo Reparaz Ruiz. El Río Piura también impresionó a Vargas Llosa. Testigo de su languidez de muerte y de las repentinas crecientes con banda de músicos y chirimías en el Puente viejo.

PIURA Y EL DESCUBRIMIENTO DEL MUNDO
Tal como lo ha indicado el propio Vargas Llosa en Piura transcurrieron de su vida entre 18 a 21 meses. Son dos períodos claramente definidos, en 1946 para concluir la primaria y en 1952 para concluir la media. En la primera etapa llegó al Salesiano, creado en 1906 y en la segunda al Colegio San Miguel. El Salesiano de Piura es un colegio católico y confesional. Conducido por curas italianos y polacos. El San Miguel, por el contrario, es un colegio laico creado en 1784 con el nombre de “El Carmen”. En 1836 cambió de nombre por el de San Miguel que conserva hasta hoy.

La escuela juega un rol fundamental en el proceso de socialización de las personas. La familia y la escuela, finalmente, modelan la vida y el futuro. Por eso la influencia escolar piurana en Vargas Llosa es decisiva y crucial. La psicología freudiana en el campo de la educación ha irrumpido con nuevos hallazgos. “Ha hecho nacer la perturbadora comprensión de que las experiencias tenidas en la temprana infancia dejan huellas imborrables en el recuerdo para toda la vida.”

De algún modo la escuela para el niño arrastra consigo ajustes y desajustes emocionales. A partir de la experiencia escolar surgen “atmósferas sociales” expresadas en las actitudes y en los hábitos de los estudiantes. Es en este espacio donde brotan la timidez, la ansiedad, el miedo, los berrinches y hasta la protectora beligerancia. Igual sucede con los valores que la escuela fomenta y desarrolla. Conocimiento, valentía, honradez, equidad, el respeto a la ley y a la autoridad constituida. La educación no es definitivamente un adiestramiento mecánico para la vida sino un acondicionamiento moral, emocional e intelectual que modela a los futuros ciudadanos.

Como señala Vaneigem: “Ningún niño traspasa el umbral de una escuela sin exponerse al riesgo de perderse; quiero decir de perder esa vida exuberante; ávida de conocimientos y maravillas, que sería tan gozoso potenciar en lugar de esterilizarla y desesperarla bajo el aburrido trabajo del saber abstracto. ¡Que terrible notar esas brillantes miradas a menudo empañadas”.

La primera etapa escolar de Vargas Llosa, en Piura, está marcada por el descubrimiento de la sexualidad como una operante continuidad fisiológica que trasciende la fecundidad reproductiva. El deslumbramiento adolescente se asocia a la idealidad de los sentimientos amorosos derrumbados por el ejercicio físico de la sexualidad. En el mundo rural piurano la sexualidad asoma en el apareamiento de los asnos en el campo. En la emergencia abrupta de una sexualidad cuya iniciación es un contacto físico con las bestias (burras y cabras). La realidad es mucho más efectiva que la escuela en este aspecto. Mientras en las aulas los maestros doraban la píldora. En el campo, la fecundidad animal y humana, mostraba indecibles resultados.

Este primer contacto con Piura significó también el descubrimiento de la sexualidad y el despertar de la curiosidad adolescente: “Tengo en la memoria como un rompecabezas de ese año piurano que concluiría en el malecón Eguiguren con la revelación sobre mi padre: imágenes inconexas, vívidas y emocionantes. El guardia civil jovencito que cuidaba la puerta falsa de la prefectura y enamoraba a Domitila, una de las muchachas de la casa, cantándole, con voz muy relamida. Muñequita linda, y las excursiones en pandilla por el cauce del río y los arenales de Castilla y Catacaos para observar las prehistóricas iguanas o ver fornicar a los piajenos, escondidos entre los algarrobos. Los baños en la piscina del club Grau, los esfuerzos para entrar a las películas para mayores en el Variedades y el Municipal y las expediciones, que nos llenaban de excitación y de malicia, a aguaitar desde las sombras aquella casa verde, erigida en los descampados que separaban Castilla de Catacaos, sobre la que circulaban mitos pecaminosos. La palabra puta me llenaba de horror y fascinación. Ir a apostarme en los parajes vecinos a aquella construcción, para ver a las mujeres malas que allí vivían y a sus nocturnos visitantes, era una tentación irresistible, a sabiendas que cometería pecado mortal y que tendría luego que ir a confesarlo.”

El escritor recordará que en Piura tuvo una alucinada experiencia del descubrimiento sexual: “Yo descubrí el sexo bastante tarde para los que es actualmente, pues entiendo que un niño hoy día descubre lo que es el sexo casi al mismo tiempo que la razón, ¿no? Yo recuerdo, muy bien que fue el año 46, cuando yo estaba en Piura (ciudad del extremo norte del Perú) y tenía diez años cuando me hicieron saber como venían los niños al mundo. Hasta entonces yo tenía una idea vaga. No se si creía todavía que los traían las cigüeñas, pero la idea real yo no la tenía. Eso me asustó, me produjo un gran terror, que tenía mucho que ver con la educación religiosa que yo había recibido. Además pertenecía a una familia muy conservadora, en la que el sexo era algo que no se mencionaba siquiera. Luego, en la adolescencia, a los 13,14 años, cuando ya el sexo empezó a manifestarse en mí, empecé a ir a prostíbulos, que era el ritual acostumbrado para los niños de mi época, me fui familiarizando mucho más con el sexo. Pero todavía sigo pensando que, así como es posible disociar el sexo del amor, el placer del amor, creo que nunca es el placer tan completo, nunca el sexo realmente le produce a uno una sensación de plenitud tal como cuando está acompañado del amor; cuando realmente el sentimiento y el deseo se hacen una sola cosa.”

En Vargas Llosa el descubrimiento de la sexualidad está asociado a la comprobación de la presencia real de un padre que creía muerto y al que ve desaparecer en la nebulosa de encontrados recuerdos y sentimientos.
“La revelación fue traumática, aunque estoy seguro, esta vez, de haber rumiado en silencio, sin ir a contárselo al tío Lucho, la repugnancia que sentía al imaginar a estos hombres animalizados, con los falos tiesos, montados sobre esas pobres mujeres que debían sufrir sus embestidas.”
“Las explicaciones del sacerdote que me confesaba, el único ser al que atreví a consultar sobre este angustioso asunto, no debieron tranquilizarme pues el tema me atormentó días y noches y pasó mucho tiempo antes de que me resignara a aceptar que la vida era así, que hombres y mujeres hacían esas porquerías resumidas en el verbo cachar y que no había otra manera de que continuara la especie humana y de que hubiera podido nacer yo mismo”.

En Piura sucedió un acontecimiento inesperado que marcó para siempre la vida del escritor: “Entramos al hotel de Turistas y, apenas cruzamos el umbral, de una salita que se hallaba a mano izquierda se levantó y vino hacia nosotros un hombre vestido con un terno beige y una corbata verde con motas blancas. << ¿Éste es mi hijo?>>, le oí decir- Se inclinó, me abrazó y me besó. Yo estaba desconcertado y o sabía que hacer. Tenía una sonrisa falsa, congelada en la cara. Mi desconcierto se debía a lo distinto que era este papá de carne y hueso, con canas en las sienes y el cabello tan ralo, del apuesto joven uniformado de marino del retrato que adornaba mi velador. Tenía como el sentimiento de una estafa: este papá no se parecía al que yo creía muerto”.

El encuentro con el padre que creía muerto va a convertirse en un recuerdo, asociado a esta etapa aparentemente efímera pero que finalmente resulta inolvidable en Piura: “Hay otro hecho que tiene que ver con mi experiencia, mucho menos literario y mucho más privado y personal, pero que no puede dejar de mencionar porque seguramente es una de las razones por la experiencia piurana ha sido central y neurálgica en mi vida. Aquí, en esta ciudad, una mañana de diciembre, en el viejo malecón Eguiguren que ya no existe,- medio mucho tristeza anoche ir a pasear por el malecón Eguiguren que ya no existe,- me dio mucha tristeza anoche ir a pasear por el malecón mi madre me informó que contrariamente a lo que yo había creído hasta entonces, mi padre no estaba muerto sino vivo y allí , a pocas cuadras de la Prefectura que era donde nosotros vivíamos porque mi abuelito era el prefecto de Piura y estaba esperándome y que yo, unos minutos después lo iba a conocer.”

“Yo creo que no ha tenido nunca un experiencia tan cataclísmica desde el punto de vista emocional como recibir esa información. Mi padre, que yo creía muerto, que yo creía en el cielo, al que yo –me cuentan- le rezaba en las noches en realidad era todavía parte de este mundo y que estaba allí y, bueno, mareado todavía con esta tremenda información, fui con mi madre al Hotel de Turistas en la Plaza de Armas y allí apareció ese señor que era mi papá. Mi vida experimentaría a partir de entonces un vuelco terrible; yo creo que fue a partir de esa mañana que comencé la vida adulta.”

Piura, está ligada a esta ausencia y presencia, a esta muerte y a esta resurrección del padre ausente. Piura, misma sus tradiciones, su religiosidad juegan con la presencia, la ausencia y la resurrección de Cristo en las festividades tradicionales de la Semana Santa y la cuaresma:
“Y como esa experiencia la vivía aquí entre piuranos seguramente ha contagiado de alguna manera el entorno, para que ese entorno se grabara, me marcara, y me acompañara desde entonces como no ha ocurrido con ninguna de las otras ciudades o países donde he tenido la suerte o la desgracia de vivir. Como ven, hay muchas razones para que Piura sea central en mi vida, en mi obra, para que esté tan presente en las cosas que escribo”

La escuela permite que los niños aprendan los conceptos sustanciales en los que reposa el sentido común y los conceptos funcionales o relacionales que permiten que el futuro adulto se ubique socialmente. Según Bordieu, el espacio social, es un espacio construido, en donde las distancias espaciales, son distancias sociales diferenciadas y diferenciantes. Bordieu, refuerza esta opinión: “Lo que existe es un espacio social, un espacio de diferencias el cual las clases existen de algún modo en estado virtual, no como algo dado, sino como algo a hacerse”.

El proceso de construcción simbólica se concentra ahí. Para los niños la escuela provoca emociones inocultables que permanecen en la memoria como un cúmulo de recuerdos intactos e irreflexivos. Todos estos recuerdos permanecen impermeables a las experiencias que se van sumando a largo del proceso escolar. Las grandes interrogantes de la vida inician un proceso de búsqueda de respuestas, los recuerdos aglutinan todo, los amigos, las aventuras, amores y odios, los propios conflictos. La percepción del mundo desde la escuela es muy intensa y fascinante. El mundo se agosta en una batalla en la que finalmente se descubre el valor de la amistad lejos del núcleo familiar que representa una incorporación hacia el universo de la escuela. Maestros y alumnos son actores de este mundo de conocimientos novedosos y de deslumbramientos.

Muchas de las cosas que aprendió en la escuela el adolescente Vargas Llosa fueron resueltas de modo pragmático en el círculo de amigos y escolares más aviesos que él. Los misterios del mundo fueron develados sin contemplaciones y sin escrúpulos en la experiencia humana de una sexualidad entre promiscua y pacata. El conflicto interior era inminente. Liquidados los mitos, los cuentos de hadas quedaban convertidos a engañifas ridículas para provocar el adormítante sopor de los niños tontos. El lenguaje, por ello, se torna vulgar y procaz. Como burbujas de jabón las palabras estallan para designar una realidad descarnada y objetivamente real.

“La escuela es ese lugar donde se aprenden y se olvidan cosas, donde se aprueban y suspenden exámenes, donde se difunden algunos saberes y dónde se adquieren algunas destrezas y ciertos hábitos y normas. Es ese lugar donde no sólo se enseña el conocimiento legítimo sino también el comportamiento esperado (la obediencia a la autoridad y el respeto a las reglas del juego), donde se sancionan y se elogian unas u otras conductas, donde el valor del saber comienza y concluye a menudo en su utilidad para salvar (o no) con fortuna obstáculos académicos, y donde el conocimiento apenas se percibe como una eficaz herramienta de comprensión e interpretación del mundo.”

La desobediencia, en este escenario, es como el cuchillo entre los dientes. Una liberación de los esquemas establecidos e impuestos para dar paso a la urgencia fisiológica perturbadora producto de las mareas hormonales y la busca desenfrenada de placer.

“Es, en fin, en ese escenario de la vida cotidiana donde se castiga a unos y se premia a otros, donde se hacen amigos y enemigos, donde uno se conjura junto a los camaradas y se enfrenta a los adversarios, y donde niños y niñas escriben y leen alborotan o enmudecen, saltan y juegan, alzan la mano, hacen cola, afilan lápices, se enamoran y viven durante la mayor parte de su infancia y adolescencia, de lunes a viernes, les guste o no.”

PIURA EN EL RECUERDO
En el discurso de recibimiento del Premio Nóbel en el que confirma sus vínculos con el Perú. El escritor evoca a Piura de este modo: “Es la Piura del desierto, el algarrobo y el sufrido burrito, al que los piuranos de mi juventud llamaban “el pie ajeno” –lindo y triste apelativo–, donde descubrí que no eran las cigüeñas las que traían los bebes al mundo sino que los fabricaban las parejas haciendo unas barbaridades que eran pecado mortal. Es el Colegio San Miguel y el Teatro Variedades donde por primera vez ví subir al escenario una obrita escrita por mí.

LA PIURA DE 1946
Piura y Mario Vargas Llosa están ligados por vínculos emocionales irrepetibles. “En 1945 la familia abandona Bolivia y se instala en Piura, ciudad que marca el fin de su infancia. Pasa un año (1946) como alumno del Colegio Salesiano, durante el cual experimenta el primer desajuste: <
En 1946 Piura vivía aún la relativa prosperidad de las haciendas. “Lo que pasa es que nadie además aquilataba la situación real, nadie quería darse cuenta que el asunto de que el asunto de las haciendas no daba para mucho más, que en ninguna parte de este lado del mundo se seguía viendo como en la Nicaragua de Somoza (de paso, tan cercanamente emparentado con la señora Margarita Checa de Debayle que motivó el poema más conocido de Rubén Darío: Margarita está linda la mar y el viento lleva esencia sutil de azahar…

Los hacendados recorrían sus extensos territorios a caballo para recoger las primicias de las huertas. Mangos, plátanos, guayabas, naranjas, limones y ciruelas perfumaban las alforjas repletas de panllevar. Miguel Gutiérrez advierte la variada composición social de Piura. “Piura más que una sociedad clasista, era una sociedad cerrada, estrictamente jerarquizada y estamental, en la cúspide de la cual se hallaba el sector de los grandes propietarios de las haciendas que se consideraban a sí mismos “blancos” y que por esos años vivían un período de gran prosperidad económica. En realidad se trataba de familias criollo-mestizas, cuya inveterada endogamia había sido profanada desde la segunda mitad del siglo XIX por alianzas matrimoniales con inmigrantes europeos, en los cuales ingleses y alemanes poseían la sangre más codiciada. El mito de lo piurano o lo que solía llamarse “piuranidad”, reflejaba en gran parte la conciencia sublimada de este sector privilegiado lleno de orgullo y prejuicios raciales, de la sociedad piurana, como se manifiesta en la novela, tan interesante por lo demás, Tierra Embrujada de Vegas Seminario.”

La Piura feudal y terrateniente se desplomó con Velasco Alvarado, nacido en Castilla el tradicional Tacalá de las chicheras y los bardos. A consecuencia de la expropiación de tierras dispuestas por la reforma Agraria se produjo en la burguesía piurana un inocultable resentimiento. La propia efigie de Velasco fue retirada del Municipio de Piura en donde en tiempos de la revolución se le había considerado hijo ilustre. El busto colocado en la ex hacienda y posteriormente cooperativa Vidque desapareció sin dejar huella. No faltaron quienes crearon una leyenda negra respecto al origen de Velasco. “Hijo de chichera” de Tacalá y de “padre no conocido” fue una noticia que se esparció impunemente. Piuranos que lo frecuentaron en la apoteosis de la revolución de la Junta Militar lo recuerdan como impulsor del proyecto de irrigación del Chira-Piura, el complejo pesquero de Paita y la nacionalización de los yacimientos de Talara. Velasco liquidó la Piura bucólica y dispendiosa que encontró Vargas Llosa.

Rafo León ofrece una descarnada fotografía del terremoto social que provocó en Piura la Reforma Agraria. : “Piura era su sociedad y la sociedad de Piura era mezquina, chismosa, ignorante y bruta como pocas se han visto sobre la tierra. Cuando hoy escucho a los bisoños neoliberales destrozar la Reforma Agraria de Velasco pienso que esos jóvenes turcos no han conocido la Piura de los sesenta, su increíble vocación por el encierro y la exclusión. Recuerdo claramente a uno de los mellizos García, afectado por la Reforma Agraria, que ante su nueva situación optó por abrir en el garaje de su mansión de El Country una anticuchería y al mes cerró: “No puedo atender a los cholos que han sido mis peones”, sentenció antes de empezar a abandonarse para siempre a un submundo de alcohol, deterioro y violencia familiar.”

UN PERIPLO ESCOLAR DE ALTA TENSION
Sostiene Luis Alberto Sánchez refiriéndose al periplo escolar de Vargas Llosa que: “Vargas Llosa estudió en Arequipa, Cochabamba (Bolivia), Piura y Lima: un geografía docente de alta tensión. Su obra será tan variada como sus climas. Lo más decisivo de ese aprendizaje fue su permanencia de dos años, hasta 1952, en el Colegio Militar Leoncio Prado. Los errores de esa enseñanza de tipo castrense, dura y dogmática, producen, como reacción, varios de los cuentos. Los jefes (1958) y la novela La ciudad y los perros (1963), acerba y plástica crítica al régimen costroeducativo. Las vivencias de sus dos estadas en Piura cuajan en La Casa verde (1965)

La fascinación que le causó Piura a Vargas Llosa es conmovedora. “Cuando la conocí, siendo niño de pantalón corto. Piura era una ciudad de treinta mil almas y el desierto que la rodeaba por sus cuatro costados, se veía desde todas sus esquinas: arenas blancas y doradas, alborotadas de algarrobos y de médanos que el viento hacía y deshacía a su capricho. En la ciudad de trescientos mil habitantes que es ahora, el desierto ha retrocedido hasta volverse invisible, ahuyentado por innumerables barriadas hasta donde la pobreza se repite como pesadilla recurrente.”

LAS VENAS ABIERTAS DE LA CIUDAD“López Albújar no tiene piedad al hablar de los piuranos consumidos en su provinciana y soporífera modorra. Piura no está hecha para los raptos revolucionarios y los malabares ideológicos aquí pegan bien la sarna y la siesta. Roque Carrión sostiene que los huecos que abundan por las aceras de Piura son los mismos que contaba con religioso ritual al salir del Salesiano. En 1946 Piura vivía el optimismo de la prosperidad algodonera y el Prefecto don Pedro Llosa Bustamante disfrutaba de los repentinos temporales de tranquilidad política. Por aquel entonces apristas y partidarios de la Unión Revolucionaria Sánchez Cerro, convictos y confesos se disputaban las plazas”.

Mario recuerda con nitidez este primer contacto con Piura. Las ciudades tienen un enorme poder simbólico y son parte del proceso de construcción de imaginarios sociales. La Piura de Vargas Llosa no es una ciudad enorme apenas siete calles: Lima (Calle San Francisco), Libertad (Real), Tacna (El Cuerno) Arequipa (l Playón), Cuzco (El Pedregal), Junín (Los Angeles) y Loreto) trazan el norte y sur de la ciudad. Al norte, la Mangachería, barrio de negros y al sur La Gallinacera, barrio de Indios y artesanos que concurren al santuario de San Sebastián. Ambos son históricamente núcleos sociales tradicionales que preservan costumbres y leyendas. Para los blancos estaban reservadas las viejas casonas de adobones en los jirones Lima, Libertad, Tacna y Arequipa.

Refiere López Albújar que la antigua calle de San Francisco, hoy Lima, “fue señorío, suntuosidad, molicie, realismo, soberbia, explotación, catolicidad, nepotismo, acaparamiento, privilegios, argolla, en una palabra godismo.” . Libertad (la antigua Calle Real) “fue burguesía expedienteo, leguleyismo, artificio, rebeldía, descontento y protesta” . Es la calle de las iglesias. Tacna (El Cuerno) es la calle de los forasteros está junto a la Plaza de Armas, las iglesias y el municipio, Arequipa (El Playón) es el barrio de los comerciantes. “Tanto en la Colonia como hoy, es esta calle la ruta obligada de mangaches y gallinaceros en sus excursiones domingueras, en pos del picante y la chicha.”

Cuzco (El Pedregal) “sede del proletariado, de la burguesía baja y de la masonería, no bien vista entonces por todo lo que significaba modismo”. Junín (Los Ángeles) “nombre irónico por ser la calle de Piura donde. Sin duda, ha andado más suelto el diablo desde que se fundó. En ella se reconcentraron, en vida de tambo, o canchón, negros o mulatos horros, cholos e indios de ínfima estofa. Fue un antro de borracheras y jaranas, velorios y pelamientos, con estrépitos de arpa, guitarra y cajón; escuela de procacidad, proxenetismo superstición y brujería…..” . Las calles transversales se denominaban “callejones”. Sus nombres no los preserva la tradición.

La casa en la que vivió Vargas Llosa estaba ubicada en la calle Tacna, cerca de la Plaza Merino y el antiguo local del Colegio San Miguel. Richard Artadi, piurano compañero de estudios de Vargas Llosa en primaria y secundaria, aún recuerda las exploraciones por las cenefas de los techos, acompañando a MVLL para contemplar en su sueño vertical a los murciélagos.

Vargas Llosa en su encuentro con Piura el 17.XII.2002 con motivo del otorgamiento de la Doctorado Honoris Causa en la Universidad Nacional de Piura expresó lo siguiente:
“Las relaciones que tienen las personas con las ciudades son tan misteriosas como las que tienen con otras personas, hay ciudades que nos caen simpáticas y hay ciudades que nos caen antipáticas, hay ciudades que pasan en nuestra vida sin dejar casi una huella en la memoria y hay otras en cambio que se graban profundamente y su quedan para siempre allí, ciudades cuyos recuerdos luego se incorporan y pasan a formar parte como ingrediente esencial de nuestras vidas; eso es lo que me ocurrió a mí con Piura, una tierra donde, si hacemos las sumas y las restas, pasé menos de dos años, la primera vez el año 1946 y la segunda el año 1952. Aquí terminé el quinto año de primaria en el Colegio Salesiano y aquí terminé el colegio, el quinto año de media en la Unidad Escolar san Miguel de Piura. Estas dos experiencias no suman más de dieciocho, veinte meses”


EL SALESIANO

El encuentro con el Salesiano ha quedado registrado indeleblemente en la memoria del escritor: “Mi primer encuentro con el Salesiano y mis nuevos compañeros de clase no fue nada bueno. Todos tenían uno o dos años más que yo, pero parecían aún más grandes porque decían palabrotas y hablaban de porquerías que nosotros, allá en La Salle, en Cochabamba, ni siquiera sabíamos que existían. Yo regresaba todas las tardes a la casona de la prefectura, a darle mis quejas al tío Lucho, espantado de las lisuras que oía y furioso de que mis compañeros se burlaran de mi manera de hablar serrana y de mis dientes de conejo. Pero poco a poco me fui haciendo de amigos –Manolo y Ricardo Artadi, el Borrao Garcés, el gordito Javier Silva, Chapirito Seminario- gracias a los cuales fui adaptándome a las costumbres y a las gentes de esa ciudad, que dejaría una marca fuerte en mi vida. A poco de entrar al colegio, los hermanos Artadi y Jorge Salmón, una tarde que nos bañábamos en las aguas ya en retirada del Piura – entonces río de avenida- me revelaron el verdadero origen de los bebes y los que significaba la palabrota impronunciable: cachar.”

“Es como si nada fuera todavía suficientemente sólido y estable y como si –por eso mismo-el joven tuviera que integrar su propia formación a la formación de su mundo. Y en ese punto puede dar lecciones decisivas, inclusive a los mayores; después de todo, si carece de experiencia en muchos campos, las tiene todas en el de la formación; es su propio ámbito cotidiano”

MVLL recuerda esta etapa con detenimiento: “…cuando yo era un adolescente, las muchachas eran vírgenes, y llegaban vírgenes al matrimonio. De tal manera que uno estaba enamorado, pero hacía el amor con las personas que no estaba enamorado. Eso hoy en día ha cambiado, y me parece que en un sentido muy positivo. Ceo que la formación sexual y sentimental que tienen los jóvenes hoy día es mucho más completa. A condición que no sean promiscuos, porque la promiscuidad abarata y empobrece fundamentalmente la experiencia tanto sexual o sentimental. Eso sí, deja un vacío terrible en un hombre, porque así como un adolescente uno ha agotado su experiencia sexual o sentimental, después parece no tener sentido. Una cierta restricción en el dominio sexual me parece útil, necesaria, a condición de que no sea tan estricta y obsesiva como para que resulte traumática. Pero que hay unas ciertas etapas, unos ciertos ritos que deben cumplirse, es muy importante. Eso le decía una de las personas que ha escrito con más inteligencia sobre el erotismo, que es George Bataille, que es un escritor que admiro mucho y sobre quien he escrito también”

“Por supuesto, las propuestas para formar una nueva realidad no son las mismas en todos los casos, pero en todo hay como un terror – que es muy juvenil- a la ingenuidad. Aunque en distintos planos en cada texto, es muy perceptible que en casi todos ellos existe la intención de liquidar el estereotipo del joven cándido, simple, inocente.”

Sostiene Moscol León, quien recorrió el itinerario de MVLL en su primera estadía de 1946: “Era director de el Salesiano el padre José Safarik y estudiaron aquel año con Mario Vargas Llosa: Jorge Álamo Soria, Mario Alzamora Cáceres, Manuel Alzamora Herrera, Rigoberto Arízaga, Víctor Balmaceda Correa, Enrique Barreto Franco, Mario Burgos Villacriz, Gilberto Calle Portocarrero, Mario Cardoza Navarrete, Juan Carlín Rosas, Eloy Carrión Calle, José Chong Li, Ruperto Guzmán Huamán, Aurelio León Montenegro, Manuel Gilberto León Ruesta, Joaquín Luna Valdivieso, Vicente Masuco Zaldívar, Luis Mendoza García, Eduardo Merino Flores, Juvenal Mogollón Garay, Medardo Purizaga Vega, Boris Rabinovich León, Luis Ramírez Lituma, Rodolfo Rengifo Navarrete, José Rosales Estrada, Donatilo Vílchez Maza, Guillermo Villar Morán, Toribio Yarlequé Palma y Gaspar Zapata Morey”.

Según los registros MVLL fue un aplicado alumno en religión. “El 21de diciembre, día de la clausura del año escolar de 1946, el niño Mario recibió Premio de Religión con Medalla de Honor “por su buena aplicación en esta asignatura”. Hoy es un confeso agnóstico. Las notas de los otros cursos, estuvieron entre el medio superior y su comportamiento fue calificado de muy bueno”

EN EL GLORIOSO SAN MIGUEL

Posteriormente continuará en las aulas de La Salle (1947-49). En 1950, tras un fallido intento de ingreso a la Escuela Naval, por no alcanzar la edad requerida entró al Leoncio Prado. “El Leoncio Prado era el otro mundo. De los colegios de típica clase media, católicos y con externado, Vargas Llosa había ido a parar a un inmenso plantel militarizado que recibía un alumnado de procedencia aluvional (desde los pobres muchachos de la sierra hasta los adinerados rebeldes de la capital) y los concentraba en <> donde hacían vida común, en grandes salones de clase donde se impartía una educación más bien laica y rígida, y en fatigosas maniobras donde aprendían el manejo de armas y algunos rudimentos de guerra. Los años que allí pasó Vargas Llosa constituyen su experiencia fundamental, el descubrimiento del dolor, de la violencia, del compañerismo, del mal; en una palabra de la vida”

Tras esta amarga experiencia en el Leoncio Prado, se le abrió como posibilidad para no perder el año escolar viajara a Piura. El abuelo Pedro Llosa Bustamante fue finalmente quien posibilitó que el nieto recalara en esta cálida ciudad norteña: “Los años cincuenta habían comenzado con los militares a la cabeza del Perú, contagiados por una moda regional. En el resto de América Latina, dictadores como Anastasio Somoza, en Nicaragua, o Marco Pérez Jiménez, en Venezuela, instauraban el orden castrense como norma principal para la convivencia. En 1948, Manuel A. Odría se había autoproclamado Presidente del Perú desde Arequipa –tierra natal de Vargas Llosa-, desplazando al electo Bustamante y Rivero. El derrocado presidente era primo hermano del Prefecto de Piura, Pedro Llosa Bustamante, quien había sido el abuelo consentidor del pequeño Vargas Llosa.

En Piura no sólo encontró viejos amigos sino un motivador espacio académico para su inquieta formación. Dice MVLL: “El colegio San Miguel donde yo termine mis estudios era un magnifico colegio y lo era no sólo por el ambiente estupendo, fraternal, solidario, que reinaba en sus aulas y en sus patios sino porque su categoría intelectual era muy elevada. El Doctor Luis Marroquín, que era el director, tuvo la inteligente política de invitar además de de los profesores de planta a profesionales muy destacados de Piura a impartir clases en el San Miguel y así nosotros tuvimos la suerte de tener por ejemplo como profesor de educación cívica al Doctor Guillermo Gulman que era un magnifico expositor y un gran incitador de curiosidades y preocupaciones cívicas entre los estudiantes. Tengo muy presentes en la memoria a mis profesores del san Miguel, a Néstor Martos por ejemplo que era un magnifico profesor de historia, era también un periodista de fuste que tenía una columna en El Tiempo que todos los piuranos leían con avidez por su independencia de criterio y valentía; era también un gran bohemio y a veces parecía llegar a las clases directamente de laguna cantina en donde había pasado la noche discutiendo fogosamente pero a la hora de ponerse a explicar las clases de historia el profesor Néstor Martos encandilaba, fascinaba a los alumnos”

“Era también un gran profesor Carlos Robles Rázuri, un profesor de literatura que nunca olvido, enseñaba la literatura no para ganarse la vida sino porque la amaba; era una pasión que sabía transmitir contagiándola a quienes lo escuchábamos, era además un profesor generoso que continuaba su magisterio fuera de las aulas y no vacilaba –a los estudiantes inquietados por sus clases- a prestarnos los libros de los que nos hablaba con tanta inteligencia y pasión” .

Robles Rázuri, humanista sin estridencias preservó gratos recuerdos de su alumno y discípulo Mario Vargas Llosa. En 1976 escribió lo siguiente:“Nunca le he escrito a Mario porque el genio debe saborear la gloria, tenerla como conquista exclusiva, escoger por sí, libremente, a quienes él estima, pero cuando habla de Piura, a quien quiero más que a mí mismo, no trepido en hilvanar esta crónica para decirle que lo siga haciendo hasta que la vida se le vaya porque Piura -aunque parezca increíble- jamás ha sido ingrata, lleva siempre en su corazón a quienes dan por ella lo mejor de su ser”.

Amigo personal fue el profesor José Hipólito Estrada Morales. Vargas Llosa lo reconoció públicamente cuando le fue conferido en la Universidad Nacional de Piura el Doctorado Honoris Causa en el 2002. “Podría citar a muchos otros profesores pero quiero citar a uno en especial porque que está aquí entre nosotros. A mí me ha emocionado mucho verlo, lo quiero mucho, fue también un magnifico incitador en lo que se refiere a vocación literaria, él que ayudó a convencer al director del san Miguel, que aquel año durante la semana de Piura – en la que el colegio San Miguel ofrecía a la ciudad un espectáculo el espectáculo que ofreciera ese año de 1952 fuera era una obra de teatro de teatro que yo escribí y que se llamaba, el nombre me ruboriza un poco, La huida del Inca, porque era una obra en donde había incas.

URRISTAS Y APRISTAS INTERRUMPIAN LA SIESTA
El contexto histórico y político aparece también en la memoria del escritor: “Los malos eran los apristas, que habían traicionado al tío José Luis y le estaban haciendo la vida imposible allá en Lima, y cuyo líder, Víctor Raúl Haya de la Torre, había atacado al abuelo en un discurso, aquí, en la plaza de Armas, acusándolo de ser un prefecto antiaprista. (Esa manifestación del APRA la fui a espiar, pese a la prohibición de la familia, y descubrí ahí a mi compañero Javier Silva Ruete, cuyo padre era apristón, enarbolando un cartel más grande que él mismo y que decía: "Maestro, la juventud te aclama”.) Pero pese a toda la maldad que el APRA encarnaba, había, en Piura algunos apristas decentes, amigos de mis abuelos y mis tíos, como el padre de Javier, el doctor Máximo Silva, el doctor Guillermo Gulman, o el doctor Iparraguirre, dentista de la familia, con cuyo hijo organizábamos veladas teatrales en el zaguán de la casa”.

En Piura se vivía la política con pasión. Como recuerda Vargas Llosa: “Enemigos mortales de los apristas eran los urristas de la Unión Revolucionaria, que presidía el piurano Luis A. Flores, cuya ciudadela era el barrio de La Mangachería, célebre por sus chicherías y picanterías y por sus conjuntos musicales. La leyenda inventó que el general Sánchez Cerro –dictador que fundó la UR y que fue asesinado por un aprista el 30 de abril de 1933- había nacido en La Mangachería y por eso todos los mangaches eran urristas, y todas las cabañas de barro y caña brava de ese barrio de calles de tierra y llenos de churres y piajenos (como se llama a los niños y los burros en la jerga piurana) lucían bailoteando en las paredes alguna descolorida imagen de Sánchez Cerro. Además de los urristas habían los socialistas, cuyo líder, Luciano Castillo, era también piurano “. Las batallas callejeras entre apristas, urristas y socialistas eran frecuentes y yo lo sabía porque estos días –mitin callejero que degeneraba siempre en pugilato- no me dejaban salir y venían más policías a cuidar la prefectura, lo que no impidió, alguna vez, que los búfalos apristas, al terminar su manifestación, se llegaran hasta las cercanías a apedrear nuestras ventanas.”

Odría inició en Piura significativas obras públicas la Gran Unidad San Miguel, edificios de hospitales, el Proyecto de Irrigación de San Lorenzo entre otros: “Recordemos que ingresamos a la década de 1950 con la instauración de un gobierno dictatorial presidido por Manuel Odría (1948-1956), luego de una fallida experiencia democrática del régimen de Bustamante y Rivero. Mientras que la crisis agrícola del Perú se aceleraba, se iniciaba un crecimiento de las ciudades, principalmente de Lima. Con el general Odría, el país emprende un engañoso proceso de modernización: liberalización del mercado cambiario, promulgación del Código de Minería, exportación de materias primas y construcción de grandes unidades escolares.”

El escenario escolar es también propio de otros narradores piuranos como Miguel Gutiérrez. La escuela aparece con otra visión: “La novela de Miguel Gutiérrez El viejo saurio se retira (1969), sitúa su historia en el colegio Salesianos de Piura y manifiesta una vocación analítica y corrosiva por descomponer los poderes canónicos de la realidad; en este caso, fundamentalmente la religiosa. Por tema y técnicas narrativas se asemeja en varios aspectos a La ciudad y los perros.”

El leit-motiv escolar en la narrativa vargasllosiana ilumina una serie de experiencias humanas. Este itinerario de escuelas tan distantes en la geografía marcó la psicología adolescente de Vargas Llosa. Este es un fenómeno que supera lo meramente anecdótico. “ No obstante, igual que con los niños que van detrás de las cosechas, desplazándose dentro de su propio país, los sistemas escolares , tanto a nivel público como privado han continuado ignorando la realidad de los niños que van detrás de sus padres, desplazándose de un país a otro.”

La experiencia sanmiguelina y piurana es corta pero rica en significaciones profundas para Vargas Llosa. No sólo porque fue crucial para la vocación del escritor sino por entrañables encuentros y desencuentros familiares: “La Promoción 1952 del Colegio Nacional San Miguel fue la última que cobijó el viejo local de la Plaza Merino. La Gran Unidad escolar comenzó a funcionar al año siguiente, en su flamante local del barrio Buenos Aires y las instalaciones fueron ocupadas por el naciente colegio Nuestra Señora de Fátima.”

La escuela está ligada a los maestros, que son quienes finalmente conducen, despiertan o provocan respuestas en los estudiantes:“Fueron profesores de Mario Vargas Llosa y de sus treinta y tres compañeros de clases, entre ellos siete mujeres: Carlos Robles Rázuri (literatura), Marcelo Chanllío (Física), Guillermo Gulman (Economía Política), Andrés Pérez (Inglés), Luis Ramos Zambrano (Lógica y Ética), Jesús Santos García (Educación Moral y Religiosa), Néstor Martos Garrido (Historia del Perú), Guillermo Frías Ocampo (IPM), Fernando León Molero ( Química Orgánica),, Ramón Abásolo Rázuri (Educación Cívica), Enrique Lavado Díaz (Educación Física) y Roberto Nolte García (Geometría).

Vargas Llosa, estuvo en la sección “A” de quinto de secundaria. Era el número 31 en la lista de alumnos. La lista empezaba con Horacio Alberca Pozo, Manuel Amaya Dediós, Victoria Amaya Yunque, Manuel y Ricardo Artadi Checa, Luis Barreto Vilela, Virgilio Benites Chunga, Elba Bobadilla Jiménez, Rogger Burga Acha, Carlos Córdova Aguilar, Rodrigo Escobar Hernández Hugo Gallo Torres, Salomón Gherson Cohen, Zoila Gómez Chanduví, Carlos Kuroki Apón, Juan Lamadrid Carrasco, Julio León Orejuela, Elsa Miranda Cherre, José Moy Pacora, Roque Ortega Mejía, Fernando Panta Fiestas, Luis Parrales Paz, Esther Ramos Seminario, Josefa Rangel Castro, Rolando Raygada Zambrano, Isabel Sánchez Zapata, Edilberto Sandoval García, Javier Silva Ruete, Guillermo y Sinclair Temple Castro, William Wong Ato, José Yarlequé Marka y César Cevallos Morales.

En el acto académico de otorgamiento del Doctorado Honoris Causa por la Universidad San Marcos Vargas Llosa evocará con profunda gratitud a
Don Néstor Martos. El doctor Marco Martos, Decano de Letras y Presidente de la Academia Peruana de la Lengua tuvo a su cargo el discurso laudatorio en representación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos “Agradezco, asimismo, las palabras tanto de calor y simpatía, y la semblanza, llena de comprensión e indulgencia, que de mi obra y mi persona acaba de hacer el profesor Marco Martos. Él es no sólo un estricto poeta y un inteligente lector de literatura. Es, también, un piurano, y, como tal, debe haber sido sensible al cariño por las gentes y los paisajes de su tierra que emana de muchas de mis historias. Dos años, uno de niño y otro de joven, viví en Piura, experiencia inolvidable por muchas razones. Una de ellas, el padre de Marco Martos, precisamente, don Néstor Martos, periodista de fuste y crítico insobornable, del diario El Tiempo su columna se llamaba Voto en Contra", bohemio pertinaz y notable profesor de historia, cuyos alumnos del colegio San Miguel nunca olvidamos.

LA HUIDA DEL INCA

En Piura el estudiante Mario Vargas llosa tendrá la oportunidad de poner en escena su obra teatral La Huida del Inca que había obtenido el segundo lugar en el II concurso de Teatro Escolar y Radio Teatro Infantil de 1951. “La obra, de un prólogo, tres actos y un epílogo, se presentó el 17 de julio, en dos funciones vermouth y noche como un homenaje de San Miguel de Piura a la ciudad. Intervinieron nueve personajes más los servidores, quienes ensayaron en la biblioteca del plantel, ubicada en el segundo piso,, durante más de dos meses bajo la dirección de su autor, el alumno de quinto de secundaria Mario Vargas Llosa”

“Recuerda Walter Palacios Vinces, alumno de cuarto de secundaria en el 52 y que oficiaba a de sacerdote en la representación teatral, que: “En uno de los primeros ensayos cuando me corresponde entrar en acción, empiezo muy circunspecto a pronunciar mi parlamento y Mario detiene el ensayo y me dice: no, no Walter así no. Tú no eres un sacerdote un personaje serio. Tú eres un chamán, un brujo un hechicero, por eso que tu actuación tiene ser farsesca. Y él mismo comienza a caminar. A dar pequeños saltos gesticulando grotescamente. Eso no he podido olvidarlo hasta ahora. Todos aceptábamos y cumplíamos con disciplina sus indicaciones. La seriedad con la que nos dirigía no alteraba nuestras relaciones de amistad”.

Vargas Llosa evoca también esta su primera experiencia teatral: “Comenzamos a ensayar La huida del Inca a fines de abril o comienzos de mayo, en las tardes, tres o cuatro veces por semana, a la salida de clases, en la biblioteca del colegio, un amplio salón de la planta alta, que nos facilitó la amable bibliotecaria del San Miguel, Carmela Garcés. En el reparto, cuya selección tomó unos días, figuraban alumnos del colegio, como los hermanos Raygada, Juan León, Yolanda Vilela, de mi clase y Walter Palacios, quien sería después un actor profesional, además de dirigente revolucionario.”

Esta experiencia teatral, apasionadamente estudiantil está presente en los recuerdos del escritor: “No quiero recordar la obra (una truculencia con incas como he dicho), pero sí, con emoción lo que fue irla haciendo nacer, a lo largo de dos meses y medio, con la colaboración entusiasta de los ocho actores y las personas que nos ayudaron en los decorados y la iluminación. Nunca había dirigido ni visto dirigir nadie y pase noches enteras, desvelado, tomando apuntes sobre el montaje. Los ensayos, el ambiente que se creó, la camaradería, la ilusión al ver, por fin, que la obrita tomaba cuerpo, me convencieron ese año de que no sería poeta sino dramaturgo…”

La trama de La Huída del Inca narra los abusos y el incendio que provocó Urcos contra el poblado Rumis y la actitud cómplice del sacerdote para eliminar a una prisionera joven (Vestal) de la que se enamoraría perdidamente el inca. El propósito es que no se cuente nada de lo sucedido al soberano y su hermano, inocente, sea castigado severamente. El escenario fue decorado por el profesor de arte Manuel Aldana Ruiz. Intervinieron como actores Juan León Orejuela (anciano), Rolando Rasgada Zambrano (Escritor), Ricardo Raygada Zambrano (inca), Walter Palacios Vinces (Sacerdote), Yolanda Vilela Pita (Vestal), Ruth Rojas (Vestal Cautiva), Lira Rojas (Segunda Vestal), Víctor Izquieta (Urcos, hermano del Inca) y Federico Otoya (sobrino del Inca).

La función comprendió además la presentación del Orfeón Sanmiguelino, la actuación de Cantinflas piurano, el Show de las Bikini Girls y las declamaciones de Joaquín Ramos Ríos, Lila Obando, Lira Rojas y el joven tenor Juan Lamadrid interpretaron lo mejor de su repertorio. Esa noche también se presentó a Señorita Piura Teresita Navarro y a Martha Risco Señorita Educación. Los diarios El Tiempo y La Industria al día siguiente destacaron el inusitado de las dos funciones realizadas en la Sala del Variedades.

UN INSOLITA HUELGA ESTUDIANTIL
Un acontecimiento inesperado fue la protesta estudiantil frente los exámenes estudiantiles sorpresivos. Vargas Llosa, relata con pormenores lo que pasó: “Ya avanzado el semestre, un buen día el doctor Marroquín nos comunicó a los de quinto año que, esta vez, los exámenes finales no se tomarían de acuerdo a un horario preestablecido, sino de improviso. La razón de esta medida experimental era poder evaluar con mayor exactitud los conocimientos del alumno. Esos exámenes anunciados, para los que los estudiantes se preparaban memorizando la noche anterior el curso en cuestión, daban una idea inexacta de lo que habían asimilado. Cundió el pánico en clase. Eso de que uno se preparara en química y fuera al colegio y le tomaran geometría o lógica, nos puso los pelos de punta. Empezamos a imaginar una catarata de cursos aplazados. ¡Y en el ultimo año de colegio!”

La insólita huelga escolar acaparó el interés de los piuranos en los que la agitación laboral se reconcentraba en los campamentos petroleros de Talara. Refiere Vargas Llosa: “Con Javier Silva alborotamos a los compañeros para rebelarnos contra el experimento (mucho después supe que aquel proyecto había sido la tesis de grado del doctor Marroquín). Celebramos reuniones y una asamblea en la que se nombró una comisión, presidida por mí, para hablar con el director. Nos recibió en su despacho y me escuchó educadamente pedirle que pusiera horarios. Pero me dijo que la decisión era irrevocable. Entonces, planeamos una huelga. No iríamos a clases hasta que se levantara la medida. Hubo noches sobreexcitadas discutiendo con Javier y otros compañeros los detalles de la operación. La mañana acordada, a la hora de clases. Nos replegamos al malecón Eguiguren. Pero allí, algunos muchachos asustados –en esa época una, huelga escolar era insólita-, comenzaron a murmurar que podían expulsarnos. La discusión se envenenó y un grupo, por fin, rompió la huelga. Desmoralizados con la deserción, los demás acordamos regresar para las clases de la tarde. Al entrar al colegio, el jefe de inspectores me llevó a la oficina del director. Al doctor Marroquín le temblaba la voz mientas me decía que, como responsable de lo ocurrido, yo merecía que me expulsaran ipso facto del San Miguel. Pero que, para no estropearme el futuro, sólo me suspendería siete días.”

El Colegio San Miguel de Piura surgió del antiguo Colegio “El Carmen” creado en 1784. En 1835 empezó a denominarse Colegio “San Miguel de Piura”. En 1897 el colegio se sostenía económicamente del impuesto de cinco centavos por cada botija de chicha que se consumiera en Piura. En 1912, a consecuencia del terremoto el colegio funcionó en casa de la familia Saavedra y luego en la casona de la familia Rodríguez. Los conflictos estudiantiles no eran recientes en el San Miguel. En 1913 un grupo de padres de familia encabezados por Eliseo Vegas pidieron al Gobierno el nombramiento del profesor Enrique López Albújar, como director. López rechazó el pedido y expresó su gratitud al director en ejercicio Alicio Arias de Castro quien fue reemplazado en 1914 por Juan L. Hague quien puso la primera piedra del nuevo local. En 1932 se declaró en huelga total el alumnado durante 45 días en protesta por la falta de idoneidad del personal nombrado. El Presidente del Perú y ex alumno sanmiguelino Luis Miguel Sánchez Cerro, envió a su padre como mediador. Se destituyó al Director, Luis Gambirazzio y se designó en su reemplazo a Arturo Tapia.

La historias de Los Jefes surgieron en Piura recuerda el escritor. Ahí estaba presente el germen de universalidad que más tarde lo abrió las puertas a la experiencia literaria europea: “Las historias de Los Jefes poseen una fuerza exaltada y un alto contenido energético: en ellas la violencia brilla como un arma desnuda. La violencia estratifica a los individuos y los vuelve irreconciliables; para realizarse tienen que imponerse a los demás antes de que se lo impida otro más fuerte; por todas partes rige la brutalidad y el culto al machismo. La violencia los muestra tal como son: es el desfogue de su soledad existencial, sometida a la presiones del medio.”

El propio Vargas Llosa anota: “Recuerdo haber leído, en las páginas iniciales de un libro de Merleau-Ponty, que la violencia casi siempre era bella en imagen, es decir en el arte, y haber sentido cierta tranquilidad. Tenía entonces 17 años y me asustaba comprobar que, pese a mi naturaleza pacífica, la violencia explícita o implícita, refinada o cruda, era un requisito indispensable para que una novela me persuadiera de su realidad y fuera capaz de entusiasmarme. Aquella obras exentas de alguna dosis de violencia me resultaban irreales (he preferido siempre que las novelas finjan lo real así como otros prefieren que fijan lo irreal) y la irrealidad suele aburrirme mortalmente.

La escuela, es un escenario literario en el que anidan múltiples ebulliciones sociales, en donde se piensa y repiensa el futuro personal y el de la propia sociedad: “En el umbral del siglo XXI, los sistemas escolares no se han hecho cargo siquiera de las viejas y nuevas realidades del siglo XX. La retórica acerca de los desafíos que plantea el nuevo milenio es, en buena medida, la retórica que corresponde a los desafíos aún no encarados dentro de éste.”

En la literatura peruana Vargas Llosa reviste una singularidad porque sus obras más celebradas aluden al escenario escolar: “Mario Vargas Llosa ha sido, en la literatura peruana, quién más ha escrito y explorado el tópico del colegio. Así lo demuestran tres de sus primeras creaciones publicadas en un lapso muy breve: el cuento <> (1958) y las novelas La ciudad y los perros (1963) y Los cachorros (1967).Las tres obras aluden en el ámbito de la escuela, reproduciendo no sólo los rituales de la adolescencia y la conflictiva relación con el mundo adulto, sino construyendo un ambicioso microcosmos de estructuras y formas de conducta. El examen que hace de la sociedad citadina de la década de 1950 es lúcido y enérgico, En él, el colegio aparece como un campo de prueba en la que el individuo forja su hombría y aprende modos de sobrevivencia, no siempre honestos”.

En Piura el escenario escolar es el colegio salesiano, posteriormente el centenario San Miguel a los que suma el Colegio Militar Leoncio Prado: “Cada obra desarrolla, de forma independiente un modo literario distinto que guarda con las otras múltiples relaciones de afinidad. El tránsito compositivo de los textos experimenta tres formulaciones y herramientas narrativa distintas: el cuento, la novela y la nouvelle. Vargas Llosa utiliza estos tres modelos literarios para explorar, con feroz carácter reflexivo, el mundo de la escuela en diversas puestas en escena: el colegio estatal laico en el cuento <>; el colegio militar estatal particular en la novela La ciudad y los perros; y el distinguido colegio privado religioso en la nouvelle Los Cachorros. Tres miradas artísticas de las columnas que. En difícil equilibrio, sostienen un país resquebrajado: la sociedad civil, la sociedad militar y la sociedad religiosa.”

La escuela es una empresa humana con propósitos siempre plausibles, pero en donde también emergen las frustraciones y el fracaso. Julio Ortega señala: “El crítico Wolfgang A. Luchting, por ejemplo, ha escrito que el individuo de Vargas Llosa aparece en un contexto definido por la educación, en su más amplio sentido: se la escuela, la familia, o simplemente un banco. Y este contexto se caracteriza por su mecanismo frustrante; el colegio religioso, militar o estatal, como la misma sociedad llevan inexorablemente a ese individuo al fracaso de sus ambiciones porque esa inserción suya en su sociedad, esa doble relación en estas

La experiencia en el Leoncio Prado, fue una experiencia de violencia machista y brutal: Años más tarde el escritor evocaría esa circunstancia que incorporada a su experiencia humana marcaría toda su existencia. “Vargas Llosa recuerda el día del bautizo, esa mañana en que los cadetes lo golpearon y su carcajada corta el relato como si fuera un espasmo de lo incontenible: la distancia de los años le ha permitido combinar esas imágenes sombrías con esas risas de nostalgia que disipan hasta el más mínimo rencor. Sus ojos se contraen ligeramente, como si se recuperar en ese instante del flash de una fotografía perdida. Parece como si se diera a sí mismo: ¿Cómo pude haber tenido miedo en una situación tan ridícula? Su risa breve amortigua el rubor de ese recuerdo.”

La experiencia del Leoncio Prado. Es como una marca a fuego en la conciencia. Muchas veces es una experiencia desgarradora insuperable. “Cuatro paredes. El asentimiento general conviene en que allí uno será, con consideraciones hipócritas, aprisionado, obligado, culpabilizado, juzgado, respetado, castigado, humillado, etiquetado, manipulado, mimado, violado, consolado, tratado como un feto que mendiga ayuda y asistencia”.

No en vano más tarde los generales, soportes de la verticalidad autoritaria del Leoncio Prado, incineraron simbólicamente ejemplares de la primera edición nacional de La ciudad y los perros. No contentos con la quema de libros como expresión de torpeza y barbarie se empecinaron en descalificar al escritor con la peregrina consideración de que un mal alumno es un mal escritor. Para los suecos de la Academia la concesión del Nóbel tiene como cardinal argumento, la capacidad del escritor para contar la cartografía del poder y mostrar sus miserias así como expresar la lucha, la revuelta, del hombre, por la libertad”.

La escuela no sólo es un mecanismo de reproducción social que nos condiciona para la vida en sociedad. Vargas Llosa advierte. “Nunca había visto tan junta la colorida diversidad del Perú: blancos, negros, chinos, cholos, se mezclaban entre las filas, dibujando anticipadamente lo que sería el rostro amorfo de Lima décadas más tarde. Vargas Llosa asegura que el Leoncio Prado le hizo descubrir realmente Perú.”

LA VOCACION PERIODISTICA

Paralelamente fue desarrollando su vocación periodística. No podemos dejar de mencionar como señala Juan Gargurevich que “PARA MARIO VARGAS LLOSA PRIMERO FUE EL PERIODISMO” Así comenzó su incursión en el reino de las letras, apartándose a veces de las redacciones y los géneros periodísticos para escribir novelas de gran éxito que los han elevado a la fama mundial. No ha sido el primero, tampoco será el último que pase de las crónicas estrictamente apegadas a la realidad a la ficción que plantea la novela realista, que se inspira en las historias de la vida misma. Y nada ni nadie más cercano al drama vital que el periodismo y los periodistas, aquellos que llegan al lugar de la noticia con el encargo de transmitir luego a lectores, a oyentes o televidentes lo que pasó en aquel lugar.”

La experiencia periodística se inició en Lima pero tuvo en Piura episodios relevantes. A la experiencia en La Crónica se sumó la experiencia en La Industria. En uno el vértigo e la urbe. En otro la apacible beatitud del arenal: “Mario Vargas Llosa inició su aprendizaje periodístico cuando sólo tenía 15 años y fue llevado por su padre a La Crónica para que practicara en sus vacaciones escolares, en el verano de 1952. Y por poco no se queda allí para siempre, pues fue fascinado por el mundo del periodismo, esta mezcla de bohemia y amor por la causas que consideran justas lo que abrazan el oficio para toda la vida”

Su primer artículo publicado en La Crónica apareció el 16 de febrero de 1952. Estaba referido a la designación de Guillermo Ugarte Chamorro como director de la Escuela Nacional de Arte Escénico y se titulaba “Esfuerzo a favor del teatro en el Perú”. “La Crónica que recibía al precoz adolescente era un tabloide mediocre pese a tener algunos periodistas de primer nivel que podrían haberle asegurado cierta brillantez pero la posición política de sujeción al régimen dictatorial del general Odría lo había reducido a una chatura sin precedentes a la que no había llegado ni siquiera durante el sometimiento al dictador Leguía”.

En Piura continuará con su vocación periodística. “En Piura se ganó la vida como columnista del diario La Industria, allí, a los 16 años, se inició su protohistoria literaria. Curiosamente, comienza con una obra teatral, La huida del Inca, en una tema indígena”

La década del 50 importa enormes rupturas y cambios en la sociedad peruana: Explica Gutiérrez: “Es decir durante la década del 50 existen las bases objetivas para que los diferentes sectores de la burguesía peruana, a través de sus cuadros intelectuales, emprendan desde su propia perspectiva de clase la revelación problemática del Perú como formación histórico-social en confrontación con sus diversas formas de conciencia que se patentiza de manera concentrada mediante las vicisitudes de un yo, de un héroe problemático”

En la literatura peruana el momento Vargas Llosa es totalmente nuevo y explosivo. No sólo por su referentes sociales sino por los nuevos temas que aparecen en la narrativa:“Los esfuerzos de los narradores del 50 por incorporar la novela peruana a la modernidad del siglo XX cristalizan y alcanzan un nivel cualitativo superior a partir de La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, el menor y a la vez figura fronteriza entre los escritores de la Generación del 50. La concreción de esta forma específica, la novela, no fue producto del azar ni solo resultado del voluntarismo de un conjunto de narradores, sino que fue parte del proceso de modernización general de la sociedad peruana que se opera después de la Segunda Guerra Mundial, cuya caracterización hemos intentado diseñar en un apartado anterior”.

José Donoso, en testimonial evocación del boom recordará el impacto de La ciudad y los Perros. “Mario Vargas Llosa encarna el segundo momento del boom: el gran estallido se produjo cuando, en 1962, siendo todavía un muchacho de veinticuatro años, recibió el Premio Biblioteca Breve de la editorial barcelonesa Seix Barral, con la que repentinamente y con tralalá, su nombre – y de paso el de la Editorial Seix Barral- se hizo popular en todo el mundo de habla castellana: La ciudad y los perros hizo hablar a todo un continente.”

Luis Alberto Sánchez anota lo siguiente: “MARIO VARGAS LLOSA (1936) representa en la literatura peruana al pionero de las nuevas formas narrativas. Su primer libro, La Ciudad y los Perros, se remonta a comienzos de la década del 60, y es una confesión de sus días de escolaridad y una demostración de rebeldía contra la influencia militar en los colegios. “

La Casa Verde inspirada en Piura es una gesta memorable. “De la media docena de novelas que ha publicado, Los cachorros es quizás la más tierna y veraz; La Casa Verde, aquella que demuestra mejor su capacidad técnica, acudiendo a un monólogo interior plural, más amplio que el patrocinado por Joyce; en Conversación en la Catedral, trata de fijar una etapa política y la variedad de personajes y asuntos que la constituyeron, tal vez en menor éxito del deseado. Ha incursionado en un tipo de nueva picaresca en sus dos últimas novelas, una de ellas La Tía Julia y el Escribidor, arrancada a su propia biografía y compuesta con estilo vivaz, alegre, lleno de contrastes optimistas. Esta gama de tendencias y asuntos presta a VARGAS LLOSA un brillo especial aunque no coincida en darnos la idea precisa de un estilo predominante”.

Sinesio López Jiménez a partir de la literatura vislumbra dos visiones de país como construcciones sociales que dan lugar a reflexiones sobre el Perú. “Algunos narradores aventuran hasta dos visiones globales del país. Pienso que Arguedas, donde es distinta la visión más andina de Los ríos profundos de la visión más urbana, más cambiante y rica, de Todas las sangres; o pienso en la diferencia entre la visión crítica y escéptica de Conversación en la catedral de Vargas Llosa y su visión apocalíptica de La historia de Mayta, por ejemplo. Son visiones muy ricas del país, llenas de sugerencia, vida y color, quizás más ricas que las ciencias sociales, pero que necesitaban ser explicitadas y reflexionadas por las ciencia sociales mismas”

Vargas Llosa, bien merece un estudio minucioso de su producción literaria. No sólo porque en él emerge un Perú que no acabamos de comprender en su emergencia social. Sino porque su trama entreteje vivas experiencias humanas partiendo de la escuela que como señala Bordieu es un mecanismo de reproducción de la sociedad. La escuela está ligada también a la variable temperatura emotiva humana del escritor. La escuela no sólo es un vaporoso recuerdo en la literatura universal sino un acontecimiento humano intenso e irrepetible.

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